Miranda Priestly, Anna Wintour, Prada y el diablo…

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Miranda Priestly –Meryl Streep en el film– es un personaje de ficción nacido del imaginario de la escritora Lauren Weisberger. Protagoniza el papel de la editora jefe de una de las revistas de moda más importantes y influyentes de New York. Es una persona fría, calculadora y despiadada. Es una de las protagonistas de la novela que originalmente se tituló “Writer’s Voice”  aunque finalmente fue publicada en el año 2003 bajo el título “The Devil Wears Prada” –El diablo se viste de Prada-….


Anna Wintour no es un personaje de ficción, es real como la vida misma. Editora jefe de VOGUE USA desde hace más de veinticinco años, es conocida por su mal carácter y por ser una de las personas con más poder en la industria de la moda. En el pasado año 2013, apareció en el nº 41 de la lista Forbes de las 100 mujeres más influyentes del planeta.

Miuccia Prada –nieta del fundador de la marca italiana Prada– ha sido la mujer que ha sabido dimensionar la marca que creó su abuelo, hasta posicionarla como un referente de lujo y calidad en el mundo de la moda.

 

Del Diablo, no hemos encontrado datos fehacientes como para escribir una breve biografía… Tampoco estamos seguros –aunque lo creemos– que vista de Prada. Incluso de Gucci, Armani…
Lauren Weisberger –la escritora-, fue ayudante directa de la editora jefe de VOGUE USA –si, de Anna Wintour– durante algo más de dos años. Luego publicaría su primera novela “The Devil Wears Prada” –El diablo se viste de Prada-. Aunque Prada no aparece en la novela ni en el film, se utilizó en el título de la novela para denotar el tono glamouroso y elitista que cuestiona la novela acerca del mundo de la moda.
La moda, en esencia, carece de capacidad alguna para hacernos ser nada. Ni mejores, ni peores personas… A diferencia de lo que se suele comentar, la moda ni es frívola, ni es elitista, ni glamourosa, ni banal… Tan sólo las personas, tenemos la capacidad de proyectar con nuestra imagen, esos conceptos.

La moda es el resultado del trabajo duro de muchas personas anónimas, entre ellos los miles de diseñadores que trabajan para las grandes marcas y que viven con pasión el trabajo que realizan. 

Pero entonces, el diablo, se viste de Prada, incluso de Gucci o Armani… y decide quien, cuando, cuanto y dónde. 

Y entonces sí. La moda se convierte en un juego de poder que tiene como único objetivo generar ganancias a costa de la pasión de los profesionales de este sector y de un público que consume moda siguiendo las directrices marcadas por las personas –que vestidas de Prada– tienen el poder de decidir “que” o “quien”, “es” o “está” de moda.
Aunque la tentación –ya sea en forma de manzana de DKNY– sea difícil de resistir, son los consumidores los responsables finales de saber utilizar la moda a favor de su estilo y de su personalidad, y de hacerlo acorde con su actividad y manera de ser….

“La moda pasa, el estilo no” Coco Chanel

 

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